sábado, 2 de marzo de 2013

SENA

La llegada de Gina Parody a la Dirección del SENA revive el asunto de la misión de este organismo gubernamental que maneja más de un billón de pesos anuales – más del doble de los recursos asignados a la Universidad Nacional – y del papel que debe desempeñar en el sistema educativo colombiano.

Un primer interrogante es si su nombramiento es político o técnico. Ya veremos si el SENA se convierte en fortín político para la reelección del Presidente, lo cual no cabría esperarse de alguien con la formación y trayectoria de Gina Parody, pero me temo que le tomará tiempo comprender una organización como el SENA y, aun más, dimensionar el sector. Pienso en otra funcionaria técnica, con una gran trayectoria en el sector empresarial, como es Maria Fernanda Campo, muy mal calificada por la opinión esta misma semana.

El SENA debe volver a su razón de ser, que es la educación para el trabajo y desarrollo humano, así como recomponer su liderazgo en el SNFT, convirtiéndose en referente las normas de competencia laboral colombianas, a fin definir e implementar políticas y estrategias para el desarrollo y calificación de los recursos humanos del país. El SENA ofreciendo doctorados, como se planteó a finales del gobierno Uribe, es un despropósito y el trauma que le ha generado la obtención de registros calificados para ofrecer programas profesionales desvían el fundamental propósito de esta institución para el país. El problema de cobertura de educación superior debe ser resuelto por el gobierno nacional en otra parte.

El Rector de una importante institución para el trabajo y desarrollo humano privada me decía que si a él le dieran el presupuesto y los recursos del SENA, podría comprometerse a ofrecer educación a todos los colombianos. Pues bien, hay sectores como turismo, salud e hidrocarburos en los que hay grandes oportunidades para la formación de recurso humano, en los que el SENA ya tiene un gran reconocimiento, pero será necesario hacer un profundo ajuste administrativo para responder a estos retos.


P.D.: Una vez más hay que felicitar a Medellín por su nombramiento como ciudad más innovadora. No es un título gratuito, sino una decisión de hace más de una década del gobierno local, los empresarios y la academia que hoy rinde frutos. Un ejemplo para otras regiones con muchas posibilidades.

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