Los acontecimientos que se han producido en
unas pocas semanas con la aparición del COVID-19 resultan apenas comprensibles.
Nadie entiende como pasará esta crisis y cual será el futuro.
Pero también hay verdades que van apareciendo
en el sistema educativo colombiano. La más importante es sin duda la educación
no presencial, que se ha convertido en la vida común para millones de niños, jóvenes
y adultos y ha permitido a las instituciones seguir funcionando dentro de la
normalidad que cabe.
Desde la expedición de la Ley 115 de 1994 que
ya contemplaba este tipo de educación no presencial en niveles de educación
básica y media, pero que nunca ha sido regulada por el gobierno nacional, hoy
nadie duda de que es una gran herramienta – con las enormes dificultades y
retos que ello implica - para la formación de nuestros niños y jóvenes.
En un chat de pares académicos universitarios
se discutía hace pocas semanas la decisión del gobierno de autorizar clases no
presenciales a las instituciones de educación superior. Ese mismo chat hoy
reconoce las enormes posibilidades que ofrecen las tecnologías virtuales y
a distancia.
Hay que valorar siempre la enorme capacidad
de nuestros profesores para responder en estas circunstancias a pesar no estar
debidamente preparados, en muchos casos, para el manejo de TIC´s.
De otro lado, el gobierno nacional tiene el
reto de apoyar el sistema educativo, tanto público como privado, con recursos
que están previstos para estas situaciones de crisis y que permitan continuar
funcionando cuando pase la tormenta. La mayoría de instituciones han apostado
por mantener disponibles las condiciones de calidad necesarias para garantizar
un buen servicio, pero nadie sabe cuanto pueden aguantar en esta situación, ni
como van a asumir la caída de las matrículas que se avecina.
Pero no sólo se van a requerir recursos. El
acompañamiento, la agilidad de respuesta en los procesos que adelantan las
instituciones y la supresión de exigencias innecesarias son el gran reto del
Ministerio de Educación, ahora más que nunca.
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