Las
noticias de corrupción llegan de todas partes, pero en Colombia este consuelo
no tranquiliza. Ocupamos el lugar 118 entre 138 naciones y así nos va en el
Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial (WEF), con el puesto
61.
Parece
que el que puede compra magistrados, el que puede policías de transito y el que
puede puestos en la fila; cada uno a su modo, aunque solo veamos la paja en el
ojo ajeno. Para la solución vale citar al Rector de la Universidad del Rosario,
José Manuel Restrepo, quien afirmaba hace poco que: "la grave crisis ética
no solo atañe a las autoridades, sino a toda la sociedad y en realidad a cada
uno de nosotros como individuos".
Recuerdo
que una Decana de mi facultad nos aconsejaba a estudiantes de primeros
semestres que no aspiraramos a ser jueces, ni funcionarios públicos. Tal vez
con estas actitudes se estimulaba que a estos cargos no llegaran los mejores,
ni los de las mejores universidades. Y así sucede que los pocos que se atreven,
terminan devorados por un sistema mediocre.
En
todo esto cabe preguntarse para que estamos formando a nuestros estudiantes.
Como lo expresaría el buen ciudadano, Socrates, preso a la espera de beber la
cicuta: “Analicemos juntos, como siempre lo hacemos, qué es lo debido”.
Pero
en esta noche oscura alegra el nombramiento de magistrados de la JEP. Allí
aparecen muchos de los de siempre, pero también hombres y mujeres jóvenes, con
la mejor preparación y serán ellos quienes demuestren que otro país es posible.
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