En todos
los países de Latinoamérica se vive un proceso de discusión sobre cómo mejorar
la calidad de la educación en sus diferentes niveles. Tal vez los procesos más
interesantes se dan en Brasil y Chile.
En Brasil
acaba de terminar un reñido proceso electoral entre el Partido de los Trabajadores
(PT), en cabeza de Dilma Rousseff, quien buscaba la reelección tras 12 años de
gobierno, y Aécio Neves del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB),
quien representa la continuidad del gobierno de Fernando Henrique Cardozo
(1994-2002), en el cual se crearon 533 universidades privadas que concentraron
el 62% de los docentes frente al 38% de la universidad pública, lo que significó
un crecimiento del 30% en la matrícula.
Con el
gobierno de Dilma Rousseff la inversión en educación llegó a 50 mil millones de
dólares, que representó un crecimiento de 518% en relación con el gobierno de
Cardozo, a partir, principalmente, de la decisión de destinar a la educación
los excedentes de los precios del petróleo.
Estos
números y los resultados son impresionantes. Brasil paso de tener 3.5 millones
de estudiantes con el PSDB a 7.2 al final de los gobiernos de Lula y Rousseff,
con un buen énfasis en la educación técnica.
Dentro de
los diferentes programas de su gobierno hay que destacar el de Ciencia Sin
Fronteras, que ha financiado estudios en las mejores universidades del mundo a
más de 100.000 docentes.
Manteniendo
un modelo de IES públicas y privadas, similar al de Colombia, pero con
agresivas políticas en becas, mejoramiento de salarios docentes, laboratorios e
infraestructura, Brasil ha logrado entrar a competir con los mejores sistemas
educativos del mundo.
P.D.: ¿Porque el MEN no interviene a la Universidad San Martín?
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