Esta semana ha circulado un proyecto de ley elaborado por el Ministerio de Educación que busca reorganizar el sistema de educación para el trabajo y desarrollo humano, que tiene el merito de resaltar la importancia de esta educación para toda la vida en el país, así como su contexto internacional. Pero ese es el único que yo encuentro.
Por lo demás, a la ya muy larga y pesada discusión para distinguir la educación técnica laboral de la profesional, el proyecto agrega los niveles de operario, técnico y técnico experto (¿???).
Y así va ocupandose de cambiar denominaciones. A las instituciones para el trabajo y desarrollo humano, ahora las llama centros de educación y formación profesional, a la educación continuada la "transforma" en educación complementaria, cambia el sistema de calidad existente por el sistema de aseguramiento de la calidad y "crea" el Consejo Nacional de Educación y Formación Profesional– CONEFORP con un parecido sorprendente al del Consejo Directivo Nacional - CDN.
Lo que si no hace el proyecto es resolver la competencia del Ministerio de Educación para ejercer inspección y vigilancia sobre este tipo de instituciones. Tampoco precisa la facultad de las instituciones de educación superior para ofrecer los programas correspondientes a este nivel.
Nada nuevo bajo el sol. Yo me pregunto porque se nos va la vida cambiando de nombre a las cosas.
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